El presidente chino Xi Jinping (al centro) considera que China debe fortalecer su industria, aunque eso implique un exceso de productos chinos en el mercado global. Foto AP/Andy Wong
El presidente chino Xi Jinping (al centro) considera que China debe fortalecer su industria, aunque eso implique un exceso de productos chinos en el mercado global. Foto AP/Andy Wong

29 de ago. (Dow Jones) -- China está reactivando su enorme maquinaria exportadora, y esta vez no hay refugio para los competidores.

     Una startup de Massachusetts llamada CubicPV apostó por obleas de silicio, un componente de alta tecnología utilizado en los paneles solares. Impulsada por la legislación climática del presidente Joseph R. Biden, promulgada hace dos años, con miles de millones de dólares en créditos fiscales y préstamos gubernamentales, CubicPV anunció planes a finales de 2022 de construir una planta de obleas de 1.4 mil millones de dólares en Texas.

     Desde entonces, China casi ha duplicado su producción de obleas de silicio, mucho más de lo que necesita. Las obleas adicionales tenían que ir a algún lugar y fueron al extranjero, provocando que los precios cayeran 70%. CubicPV tuvo que detener su plan de producción a principios de este año y dejó a ingenieros y otros empleados sin trabajo, citando “un mercado distorsionado como resultado del exceso de capacidad de China”.

     A miles de kilómetros de distancia, en Chile, la minera de hierro y siderúrgica CAP está lidiando con el continuo compromiso de Beijing con la fabricación de productos básicos de baja gama, mientras una avalancha de metal chino barato llega a sus costas. Este mes, la empresa dijo que cerraría indefinidamente su gigantesca acería Huachipato en el centro de Chile, con la pérdida de unos dos mil 200 empleos. La compañía dijo que no puede competir con el metal chino de bajo costo, aun después de que el gobierno aumentó los aranceles sobre las barras de acero y otros productos importados.

      La solución de Beijing ante la debilidad de su economía --impulsar el sector manufacturero del país a niveles extremos-- está presionando a las empresas de todo el mundo y aumentando el espectro de una nueva guerra comercial global.

     La reciente decisión de la Unión Europea de imponer aranceles a los vehículos eléctricos importados de China es solo el último indicio de tensiones crecientes. A principios de este año, Estados Unidos aumentó los aranceles sobre el acero, el aluminio, los vehículos eléctricos, las celdas solares y otros productos chinos. Turquía incrementó los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos, mientras que Pakistán hizo lo propio con la papelería y el caucho.

      Otros países abrieron investigaciones antidumping para ver si los productos chinos se están vendiendo por debajo de su valor justo. India está examinando pigmentos y productos químicos chinos. Japón está investigando electrodos. El Reino Unido está investigando importaciones de excavadoras y biodiésel, mientras que Argentina y Vietnam están vigilando microondas y torres eólicas chinas.

     Detrás de todo esto hay un cálculo audaz pero arriesgado por parte de Beijing: que invertir más en manufactura puede restaurar la vitalidad económica del país y aumentar su resiliencia industrial, sin provocar tanta oposición internacional que amenace el futuro de China.

      Entrevistas con asesores políticos en Beijing y personas que han consultado con funcionarios chinos muestran que el liderazgo de China enfrentó una encrucijada crucial el año pasado, cuando la crisis inmobiliaria del país llevó a la economía a uno de sus puntos más débiles en décadas.

     Algunos asesores argumentaron que la economía asiática necesitaba un replanteamiento fundamental, pasando de su tradicional dependencia de la manufactura y la construcción a priorizar más el consumo interno, un cambio que haría que China se pareciera más a Estados Unidos y, potencialmente, la pondría en un camino de crecimiento más estable.

     En vez de eso, el líder chino Xi Jinping ordenó a los funcionarios que redoblaran el modelo de manufactura dirigido por el Estado, con miles de millones de dólares en nuevas subvenciones y créditos. Utilizó un eslogan para asegurarse de que los funcionarios comprendieran el mensaje: “Establecer lo nuevo antes de romper lo viejo”, o xian li hou po en chino.

     Lo “nuevo” en el modelo de Xi no significa un giro hacia un nuevo modelo de crecimiento, sino que es la forma en que el máximo líder refina su idea de qué tipo de manufactura debe apoyar el Estado. En esencia, la frase llama a construir industrias que China quiera dominar en el futuro, como vehículos eléctricos, semiconductores y energía verde, mientras mantiene las áreas tradicionales de fortaleza del país en sectores “viejos” como el acero. Cualquier problema de exceso de capacidad puede posponerse para el futuro.

     El mantra apareció en una cuenta oficial de una importante conferencia gubernamental en diciembre pasado, cuando se trazó la agenda económica para 2024. El resumen reconoció “exceso de capacidad en algunas industrias” e “insuficiente demanda efectiva”, pero el eslogan de Xi aún indicaba un énfasis en expandir la producción industrial.

     Xi repitió el eslogan en una sesión legislativa anual en marzo, apenas unas semanas antes de que la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, viajara a Beijing para advertir al liderazgo sobre las consecuencias globales del exceso de capacidad de manufactura de China.

     Dos principios han guiado el pensamiento de Xi, según los asesores políticos chinos. El primero es que China debe construir una cadena de suministro industrial integral que pueda mantener la economía doméstica en funcionamiento, en caso de sanciones severas por parte de Estados Unidos y otros países occidentales. Según la visión del máximo líder, dicen los asesores, la seguridad industrial está en el núcleo de la estabilidad de China, a medida que aumentan las tensiones con el mundo desarrollado.

     El segundo es una objeción filosófica profundamente arraigada al estilo estadounidense de consumo, que Xi ve como derrochador.

     Esto deja a China con pocas opciones, excepto invertir en exportaciones para estabilizar su debilitada economía y crear empleos para compensar las pérdidas en la construcción interna.

     El resultado: en lugar de que los trabajadores chinos pierdan sus empleos, los empleados siderúrgicos en Brasil, los ingenieros químicos en Europa y los fabricantes de paneles solares en Estados Unidos podrían perder los suyos.

 

El apoyo chino entra en acción 

Los datos oficiales muestran que las prioridades de Xi están filtrándose a través de la economía.

     Los préstamos a la industria, incluidas las empresas manufactureras, han aumentado 63% desde finales de 2021, mientras que los bancos chinos han reducido drásticamente los préstamos a los desarrolladores inmobiliarios.

     Las subvenciones gubernamentales, aunque durante mucho tiempo han sido centrales en el enfoque económico de China, también han aumentado significativamente. Las empresas que cotizan en las bolsas de Shenzhen y Shanghai declararon 33 mil millones de dólares en subvenciones gubernamentales en 2023, según cifras del proveedor de datos Wind, 23% más que en 2019.

     El fabricante chino de baterías CATL recibió el equivalente a alrededor de 790 millones de dólares, el doble del nivel de 2022. Otros grandes beneficiarios incluyeron a PetroChina, China Mobile y el fabricante de automóviles BYD, respaldado por Warren Buffett.

     En total, 99% de las empresas chinas que cotizan en bolsa ahora divulgan algún tipo de subsidio, según el Instituto Kiel, un grupo de expertos alemán. China gasta alrededor de 4.9% de su producto interno bruto en fomentar industrias, varias veces más que Estados Unidos, Alemania y Japón, según Scott Kennedy, un experto en China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.

     Craig Allen, presidente del Consejo Empresarial Estados Unidos-China, un grupo de presión para empresas estadounidenses en China, dijo que la fijación de Xi con la manufactura fue evidente cuando se reunió recientemente con el gobernador de una de las provincias agrícolas más pobres de China.

     Cuando Allen le preguntó al gobernador sobre sus prioridades económicas, el gobernador enumeró semiconductores, software, biotecnología, robótica, aeroespacial, baterías y vehículos eléctricos.

     “Hubiera pensado que abordar las necesidades inmediatas de sus abrumadoramente rurales electores, como mejorar las cosechas agrícolas, podría estar en la parte superior de su lista de prioridades económicas”, dijo Allen.

     El flujo de apoyo financiero parece que continuará. El Banco Popular de China en abril dijo que estableció una nueva facilidad con aproximadamente 70 mil millones de dólares para ayudar a los préstamos bancarios a empresas tecnológicas. En mayo, un fondo nacional destinado a financiar la producción de semiconductores recaudó 48 mil millones de bancos estatales y otros vehículos de inversión vinculados al gobierno.

 

Más coches y productos químicos 

En una serie de artículos publicados por People’s Daily en mayo, Beijing defendió su capacidad de manufactura y exportación como algo positivo para el mundo, en lugar de un problema, diciendo que Estados Unidos y sus aliados están “exagerando” el exceso de capacidad de China para obtener ventajas competitivas para sí mismos.

     “La producción de China de vehículos eléctricos avanzados, baterías de iones de litio y productos fotovoltaicos, primero satisface nuestra demanda interna, pero también enriquece la oferta global”, dijo el primer ministro chino Li Qiang en un discurso en la reunión de junio del Foro Económico Mundial en Dalian, China. La verdadera fuente de la ventaja manufacturera de China no son las subvenciones gubernamentales, sino su enorme escala, lo que ayuda a reducir los costos, agregó.

     El impacto, de cualquier manera, es ineludible. La producción industrial en el primer trimestre en China fue 8% mayor que cuando la crisis inmobiliaria de China se volvió seria a finales de 2021, superando con creces el crecimiento de la producción en Estados Unidos, Europa y Japón, según datos compilados por CPB Netherlands Bureau for Economic Policy Analysis, un instituto de investigación holandés.

     China añadió capacidad para producir unos 40 millones de vehículos al año, aunque solo vende alrededor de 22 millones en casa. Está en camino de fabricar alrededor de 750 gigavatios de celdas solares este año, a pesar de necesitar solo 220 gigavatios a nivel doméstico en 2023. Y se espera que represente 80% de la nueva oferta mundial este año en productos químicos básicos como etileno y propileno, utilizados para fabricar bolsas de basura, juguetes y cosméticos, aunque los precios en China han estado cayendo durante 19 meses, un signo de exceso de oferta.

     Al mismo tiempo, la producción de acero, una de las “viejas” industrias de China, aumentó el año pasado a pesar de la disminución de la demanda interna debido a la continua crisis inmobiliaria. Ejecutivos de la industria dicen que Beijing los ha instado a invertir más en mejorar la producción de acero a través de tecnologías limpias y otros medios.

     Los volúmenes de exportación chinos en general, excluyendo el efecto de los movimientos del tipo de cambio, han aumentado 10% desde finales de 2021, frente al 1.5% de las exportaciones mundiales en total. Las exportaciones de acero de China aumentaron 36% el año pasado en comparación con el año anterior.

      Al duplicar la manufactura cuando ya produce cerca de un tercio de la producción global de fábricas, China está pidiendo efectivamente al resto del mundo no que expanda su participación en la producción, sino que la reduzca, dijo Michael Pettis, profesor de finanzas en Peking University que ha escrito extensamente sobre los desequilibrios en el comercio global.

     “El resto del mundo quiere lo contrario. El mundo no puede acomodarlo”, dijo.

 

El dolor se extiende

Estados Unidos es en algunos aspectos uno de los países menos afectados, porque tiene altos aranceles sobre muchos productos chinos que ayudan a proteger a los trabajadores estadounidenses. Pero el objetivo de Washington de expandir la manufactura en Estados Unidos no puede lograrse si continúa la sobreproducción en China, y algunas industrias, especialmente las de energía renovable, están sintiendo la presión.

     Qcells, una empresa global de energía limpia propiedad del conglomerado surcoreano Hanwha, que tiene una gran presencia en Estados Unidos, dijo recientemente que la empresa y sus pares están perdiendo millones de dólares al mes.

     La Comisión de Comercio Internacional, una agencia federal que analiza cuestiones comerciales, en junio dio su visto bueno inicial a una petición antidumping respaldada por fabricantes solares estadounidenses que alegan que las celdas solares y los módulos fabricados por empresas chinas se venden en Estados Unidos por debajo del valor de mercado y están injustamente subsidiados.

     Otras partes del mundo están soportando más la carga. Los fabricantes de automóviles europeos han eliminado más de 10 mil empleos a medida que llegan más vehículos eléctricos chinos. Antonello Ciotti, presidente de PET Europe, una asociación comercial para fabricantes europeos de productos químicos utilizados en fibras de poliéster para ropa y contenedores reciclables, dijo que los productores europeos de PET han eliminado cientos de empleos ya que las empresas reducen costos y producción para lidiar con las importaciones chinas. La UE impuso a finales del año pasado aranceles antidumping a ciertas importaciones de PET chino.

     El riesgo para Xi es que, a diferencia del primer “shock de China” a principios de la década de 2000, cuando la manufactura barata china eliminó alrededor de dos millones de empleos en Estados Unidos pero también benefició a los consumidores occidentales, el último impulso podría desencadenar tantas medidas proteccionistas que China termine con pocos mercados importantes a los que vender.

      En el pasado, a algunos países no les importaba tanto el exceso de capacidad de China, ya que muchas empresas --como los fabricantes de automóviles alemanes--se beneficiaban de su acceso a piezas baratas fabricadas en China, señala Jacob Gunter, analista del Mercator Institute for China Studies en Berlín.

     “Pero ahora, China está apuntando su política industrial directamente al corazón de la economía occidental”, dijo Gunter.

 

Reversión de políticas

La estrategia de Xi de “establecer lo nuevo antes de romper lo viejo” marca un cambio con respecto a los años anteriores, cuando Beijing, a veces liderado por el propio Xi, intentó arduamente reducir el exceso de capacidad, en lugar de aumentarlo.

     China ha sufrido de un exceso de capacidad persistente en el pasado, a veces levantando la ira de sus socios comerciales por deprimir los precios globales del acero y otros bienes.

     En 2015, Xi confió a su zar económico en ese momento, Liu He, la implementación de reformas que llevaron al cierre de muchas pequeñas acerías y otras empresas de propiedad privada. Por un tiempo, parecía que Xi y su equipo económico estaban listos para finalmente abordar la sobreproducción.

     Pero a medida que las tensiones con Estados Unidos se intensificaron en los últimos años, y la economía de China se debilitó, las opiniones de Xi cambiaron, según los asesores políticos chinos. Se preocupó más por garantizar que China pudiera producir todo lo que necesitara en caso de un conflicto con Estados Unidos y se volvió menos comprensivo con las quejas occidentales.

     Los funcionarios chinos ahora están en pleno despliegue negando que el país tenga exceso de capacidad porque Beijing no quiere dar a Washington, Bruselas y otros la justificación para aranceles u otras acciones de represalia, según asesores políticos y personas que consultaron con funcionarios chinos.

     Aun así, algunos de los lugartenientes más cercanos a Xi han expresado preocupaciones internamente de que el apoyo gubernamental estaba llevando a un exceso de capacidad extremo en sectores como vehículos eléctricos y baterías, haciendo que esos sectores sean menos viables comercialmente.

     “Todo el mundo fabrica cosas en China”, dijo Joerg Wuttke, expresidente de la Cámara de Comercio Europea en China y ahora socio en la firma consultora DGA Group de Washington. “Pero nadie gana dinero.”

 

* Phred Dvorak contribuyó a la elaboración de este artículo.

 

 


Fecha de publicación: 29/08/2024

Etiquetas: China EUA guerra comercial aranceles dumping comercio manufacturas exportaciones economía