La rápida respuesta de Claudia Sheinbaum a la covid-19 ha generado esperanzas en millones de mexicanos de que aportará una eficiencia pragmática similar al gobierno nacional después de convertirse en la primera mujer presidenta de México. Foto X / @lopezobrador_
La rápida respuesta de Claudia Sheinbaum a la covid-19 ha generado esperanzas en millones de mexicanos de que aportará una eficiencia pragmática similar al gobierno nacional después de convertirse en la primera mujer presidenta de México. Foto X / @lopezobrador_

Sep. 30 (Puente News Collaborative) -- Cuando llegó la pandemia de la covid-19, la entonces jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, reconvirtió rápidamente el centro de seguridad pública de la capital mexicana, el C5, en un espacio para manejar llamadas de emergencia y coordinar asistencia médica.

     Las cámaras de vigilancia del C5, que anteriormente se utilizaban para monitorear el tráfico y la delincuencia, se reenfocaron para guiar a las ambulancias a través de las extensas y laberínticas calles de la ciudad. La estrategia garantizó que los vehículos de emergencia pudieran llegar rápidamente a sus destinos, transportando a los pacientes al hospital o clínica más cercana.

     “Cuando llegamos al C5, ya había un mapa grande de la ciudad, y se podían ver puntos iluminados que mostraban la ubicación de todas las ambulancias de diferentes organizaciones”, recordó Carlos Mackinlay, entonces secretario de Turismo de la Ciudad de México, quien ayudó a coordinar esos esfuerzos de logística médica. "Incluso podías comunicarte con las ambulancias para saber por qué se detenían o si necesitaban equipo adicional".

     La rápida respuesta de Sheinbaum a la crisis sanitaria a principios de 2020 ha generado esperanzas en millones de mexicanos de que aportará una eficiencia pragmática similar al gobierno nacional después de convertirse en la primera mujer presidenta del país desde el martes 1 de octubre.

     Sheinbaum ganó la presidencia en las elecciones de junio por una mayoría aplastante, con 59% de los votos emitidos. Su partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) también controla el Congreso de la Unión y más de dos tercios de los 32 gobiernos estatales.

     Muchos de los que han trabajado estrechamente con la nueva presidenta destacan su actitud exigente y orientada a resultados, dos características que probablemente perfeccionó a lo largo de su carrera académica, en ciencias y tecnología.

     Sheinbaum, de 62 años, es doctora en ingeniería por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y realizó estudios posdoctorales en University of California, Berkeley. Contribuyó al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007.

     “Es organizada y estructurada. Lleva a cabo reuniones ejecutivas cortas con órdenes concretas y precisas y demandas claras”, dijo Mackinlay, antes de agregar que Sheinbaum también es “una mujer con profundas convicciones sociales y políticas”.

     Sus opositores cuestionan si, pese a sus credenciales administrativas, la nueva presidenta podrá, o estará dispuesta, a salir de la sombra del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, su mentor político de toda la vida.

     Ya sea por obligación o por convicción, lo más probable es que Sheinbaum marche al ritmo de su predecesor, al menos al inicio de su administración.

     Sheinbaum ha respaldado las prioridades políticas clave de López Obrador a lo largo de su carrera política. Entre ellas se incluyen la reducción de la participación del sector privado en el sector energético y la promoción de un papel importante del Estado en el alivio de la pobreza.

     "Soy parte de un movimiento social", declara orgullosa Sheinbaum en un documental de 40 minutos sobre su vida.

     Una renovada postura contra Washington y una serie de cambios constitucionales realizados este mes, incluidas reformas que aumentan el control político del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo sobre el Poder Judicial, así como el traslado de las fuerzas de seguridad federales a mandos militares, tienen a muchos ansiosos, tanto en el país, como en el extranjero.

     Como resultado, algunos analistas consideran que Sheinbaum comenzará su mandato de seis años en dos días con una mano atada a la espalda y una capacidad de maniobra fuertemente limitada.

     “López Obrador no solo eligió a Claudia”, dijo Lila Abed, directora del Instituto México del Wilson Center, con sede en Washington. “También seleccionó a muchos de los actuales diputados, senadores y gobernadores que le son leales a él, no necesariamente a ella”.

     Muchos mexicanos, incluido el propio López Obrador, creen que ella no cambiará de rumbo como presidenta, en parte porque esa no es su convicción. Ciertamente, Sheinbaum se identifica como una política de izquierda arraigada en la misma visión nacionalista y contra las fuerzas del mercado que López Obrador ha defendido durante mucho tiempo.

     “Algunos piensan que una vez que me vaya, las cosas volverán a ser como antes, o que el gobierno será más fresa”, dijo López Obrador en una reunión con medios reciente. “No, no, no. Aprovecho esta oportunidad para advertirte que yo soy el fresa”.

     No es sorprendente que Sheinbaum enfrente un escepticismo generalizado entre sus oponentes y quienes defienden la democracia. Algunas de esas dudas se derivan de las polémicas decisiones que tomó como jefa de Gobierno de la Ciudad de México de 2018 a 2023.

     Su manejo de la pandemia de la covid fue ampliamente elogiado. Sheinbaum cerró negocios, centros culturales, instalaciones deportivas e iglesias y lugares de culto. Instó a las personas a quedarse en casa para evitar contagios y a usar cubrebocas en público, una precaución que ella misma adoptó, aunque López Obrador no lo hizo. Para evitar sobrecargar el sistema de atención médica, Sheinbaum aconsejó a las personas con síntomas que enviaran un mensaje de texto a una línea directa para obtener orientación antes de ir a un hospital.

     Pero su administración también distribuyó casi 200 mil botiquines médicos que contenían ivermectina, un medicamento que generalmente se usa para tratar parásitos animales, a personas que eran positivas al coronavirus. A estos individuos no se les informó de que formaban parte de una cura experimental que más tarde se determinó ineficaz.

     Un enojo contra ella surgió después de que una sección de una línea elevada del Metro colapsó en el sur de la Ciudad de México, matando a 27 pasajeros e hiriendo a otros 98. Sheinbaum trató de retener partes políticamente perjudiciales de un informe independiente que había encargado para investigar el desastre.

     El informe de un grupo noruego atribuyó la tragedia principalmente a las malas técnicas de construcción y a la falta de supervisión de una administración anterior, la del futuro secretario de Economía, Marcelo Ebrard. Aun así, el informe también culpó a la administración de Sheinbaum por no realizar las revisiones de mantenimiento adecuadas que hubiesen podido evitar la tragedia.

¡¡Democracia ya!!

El activismo político de izquierda de la nueva presidenta comenzó en la cuna.

     Sus padres, hijos de judíos de Europa del Este que emigraron a México desde Lituania y Bulgaria a principios del siglo XX, participaron en el movimiento estudiantil de 1968 que exigía una mayor apertura política. Ese movimiento fue reprimido por el gobierno mexicano. Las fuerzas de seguridad masacraron a decenas de manifestantes, en lo que se conoció como la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de ese año.

     La propia Sheinbaum participó en movimientos sociales posteriores, como la larga y amarga huelga estudiantil que paralizó la UNAM a finales de los años ochenta durante seis meses. Mientras estudiaba en Berkeley, Sheinbaum protestó la visita del presidente Carlos Salinas de Gortari a Stanford University, quien impulsó políticas de libre mercado mientras se resistió a reformas democráticas.

     En esa protesta, Sheinbaum sostuvo un cartelón que proclamaba: "¡¡Comercio justo y democracia ya!!".

     Ese impulso activista podría plantear desafíos para el próximo presidente de Estados Unidos.

     Por su parte, el expresidente Donald J. Trump, quien busca recuperar el cargo en las elecciones presidenciales de ese país del 5 de noviembre, ha amenazado con imponer sanciones a artículos importados desde México, algo que violaría el tratado comercial que tiene con México y Canadá, y también ha advertido que podría invadir México o bombardear los laboratorios de los cárteles de la droga a fin de tomar medidas drásticas contra el crimen organizado.

     “Creo que eso está sobre la mesa, y no creo que podamos tomarlo a la ligera”, dijo Abed.

     Como presidente de 2017 a 2021, Trump utilizó esa retórica para obtener concesiones en materia migratoria de López Obrador y de su predecesor, Enrique Peña Nieto. ¿Cómo podría reaccionar Sheinbaum? Es difícil saberlo.

     Con los dos países compartiendo una frontera de más de tres mil 200 kilómetros, México es el mayor socio comercial de Estados Unidos y un aliado clave en el manejo de inmigrantes ilegales y del tráfico de narcóticos.

     Bajo la presión de Estados Unidos, México ha cooperado en la supresión de gran parte del tráfico de inmigrantes que se dirigen al norte desde Centro y Sudamércia, así como de otras partes del mundo. El caso de las drogas ha sido mucho menos exitoso.

     Pero el aparente cambio de México hacia lo que los críticos ven como un Estado de partido único en la recta final del mandato de López Obrador ha encendido las alarmas en Washington. Si no se atienden estas diferencias, la relación podría tensarse aún más entre Sheinbaum con la Casa Blanca y el Congreso, dijeron los analistas.

     Aun así, una confrontación con Estados Unidos puede no estar en el interés de Sheinbaum o de México, ya que el vecino del norte no solo es el mayor socio comercial del país, sino también la principal fuente de inversión y remesas, los envíos de fondos que hacen los trabajadores mexicanos en Estados Unidos a sus familias en México y que ya suman más de 60 mil millones de dólares al año.

Una académica, una científica

Sheinbaum enfrenta circunstancias muy diferentes a las que tuvo López Obrador cuando asumió el cargo hace seis años, incluida una tesorería pública mucho más raquítica que entonces.

     Los dos primeros proyectos han costado dos o tres veces más de lo previsto originalmente y los tres requerirán subsidios para mantenerse a flote por muchos años.

     Además, la petrolera estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) es un caso complejo. A pesar de los más de 50 mil millones de dólares en rescates gubernamentales en los últimos seis años, destinados a impulsar la producción y la capacidad de refinación, la empresa ha perdido miles de millones de dólares, principalmente en sus operaciones de refinería.

     Los recientes cambios constitucionales que afectan a la independencia del poder judicial amenazan con socavar la confianza de los inversionistas extranjeros en México, quienes son esenciales para el crecimiento económico y el alivio de la pobreza mexicana.

     Por último, una serie de bandas criminales se han hecho del control efectivo de casi un tercio del territorio mexicanos, persiguiendo la extorsión y otras actividades que afectan a las comunidades locales.

     Cerca de 30 mil personas han sido asesinadas cada año desde 2018, de acuerdo con Council on Foreign Relations, con sede en Nueva York, mientras que más de 45 mil personas han sido reportadas como desaparecidas o presuntamente muertas durante los últimos seis años.

     Muchos esperan que estas circunstancias obliguen a Sheinbaum a cambiar de rumbo, aunque sea ligeramente, del proyecto de López Obrador, que él caracteriza románticamente como la Cuarta Transformación de México. Incluso si no quiere, argumentan, Sheinbaum debe caminar con cuidado para cumplir con su creencia declarada de que “gobernar es servir al pueblo”.

     En su corazón, Sheinbaum “puede ser incluso más nacionalista e izquierdista que López Obrador”, dijo Duncan Wood, presidente de Pacific Council on International Policy, un grupo de expertos enfocado en temas entre Estados Unidos y México.

     Aun así, agregó, la realidad la puede hacer cambiar.

      “Es una académica, una científica. Si nos fijamos en los nombramientos de su gabinete desde que ganó las elecciones, vemos un equilibrio entre la izquierda y la derecha, lo cerrado y lo abierto”, dijo Wood en una conferencia reciente en Austin. “Creo que vamos a ver a una presidenta que está más abierta diplomáticamente hacia Estados Unidos que su predecesor”.

 

Dudley Althaus editó esta historia

 


Fecha de publicación: 30/09/2024

Etiquetas: Claudia Sheinbaum Pardo AMLO López Obrador presidencia