Esta será la elección más grande en la historia de México, con casi 100 millones de personas, incluidos millones que viven en Estados Unidos y otros países, quienes también podrán emitir su voto. Hay más de 20 mil puestos locales y estatales en juego, además de cientos de cargos legislativos. Foto AP / Fernando Llano
Esta será la elección más grande en la historia de México, con casi 100 millones de personas, incluidos millones que viven en Estados Unidos y otros países, quienes también podrán emitir su voto. Hay más de 20 mil puestos locales y estatales en juego, además de cientos de cargos legislativos. Foto AP / Fernando Llano

29 de may. (Puente News Collaborative) -- Tomando una decisión sin precedente, los mexicanos parecen estar listos para elegir por primera vez en su historia a una mujer como presidenta este domingo, aunque por lo demás dejando la situación política del país sin grandes cambios.

     De hecho, la votación no reflejará el deseo por un cambio radical en la dirección del país que se dio hace seis años cuando elevados niveles de corrupción de autoridades federales y estatales llevaron a los electores a elegir una nueva opción representada por el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador del partido Morena, fundado solo cuatro años atrás, de acuerdo a una encuesta nacional encargada por Puente News Collaborative, una organización sin fines de lucro con sede en El Paso, Texas.

     Esta será la elección más grande en la historia de México, con casi 100 millones de personas, incluidos millones que viven en Estados Unidos y otros países, quienes también podrán emitir su voto. Hay más de 20 mil puestos locales y estatales en juego, además de cientos de cargos legislativos.

     La probable elección de Claudia Sheinbaum este domingo, una física e ingeniera ambiental de 61 años, exalcaldesa de Ciudad de México y de ascendencia judía, en un país predominantemente católico, se produce en medio de un creciente control del crimen organizado de amplios territorios del país y temores generalizados entre analistas políticos y algunos electores de un regreso al gobierno autocrático que gobernó México hasta principios de este siglo.

     Además de las preferencias políticas, la encuesta de Puente, realizada junto con el periódico El Universal, mide las actitudes de los mexicanos hacia su economía impulsada por las exportaciones, las relaciones a menudo tensas con Estados Unidos y los millones de extranjeros que han establecido al menos su residencia temporal aquí, como nunca antes en su historia.

     Aunque los entrevistados muestran preocupación por la afluencia creciente de migrantes, más de dos tercios opinan que estos deberían recibir permisos de trabajo temporal, incluso cuando el gobierno busca reforzar el control de las fronteras y el flujo humano.

     Sin embargo, si la encuesta de Puente y otras similares resultan ser precisas, la mayoría de los votantes mexicanos optarán por el statu quo.

     “Parece haber una cierta complacencia, resignación social, una cierta falta de urgencia que hace unos años realmente encendió a los mexicanos”, dijo Carlos Bravo, un analista político mexicano y crítico frecuente del partido gobernante. “Lo que estamos viendo es que el pueblo mexicano se está comportando como si no tuviera poder para exigir y esperar un mejor gobierno”.

     La encuesta de Puente realizada por la firma Buendía & Márquez, con sede en Ciudad de México, y financiada en parte por Center for the U.S. and Mexico del Baker Institute en Rice University y por Center for U.S. Mexican Studies en University of California campus San Diego, representa un inusual ejercicio estadístico con el público mexicano hecho por medios estadounidenses.

     Para la encuesta fueron entrevistadas mil personas en sus hogares, demográficamente diversas, y la muestra se inclinó ligeramente hacia las áreas más cercanas de la frontera con Estados Unidos con un margen de error de más-menos 3.5%, y un porcentaje de confianza de 95%.

     Los encuestados le dieron a Sheinbaum 54% de la intención de voto, después de eliminar las respuestas de los indecisos y de quienes optaron por no dar sus preferencias electorales. La candidata de derecha, Xóchitl Gálvez, obtuvo 34% Mientras que el candidato de centroizquierda Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, recibió 12%.

 

Con la mirada puesta en el norte

Las elecciones nacionales de México de este año, como cada 12 años, coinciden con las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

     En general, los mexicanos encuestados —60%— tienen una opinión favorable de Estados Unidos, en particular de los estadounidenses que se mudan cada vez más a México, ya sea para jubilarse o trabajar de forma remota. Los estadounidenses recién llegados hasta ahora no parecen haber resentido la fortaleza del peso frente al dólar que ha ganado 23% en los últimos cinco años y medio.

     La mayoría de los encuestados por Puente juzgaron que Sheinbaum es la más capaz de lidiar con el gobierno de Estados Unidos. La encuesta sugiere que 69% de los entrevistados cree que si ganara Joe Biden sería mejor para México, en comparación con solo 11% que dijo lo mismo de Donald Trump.

     “Las elecciones en México no me preocupan mucho porque nada cambia realmente”, dijo Miguel Vargas, un taxista de 68 años de Ciudad Juárez, que limita con El Paso. “Lo que realmente me preocupa es que Trump regrese al cargo. Tengo miedo de que cierre los puentes internacionales y eso nos mate económicamente”.

     El año pasado, México superó a China como el mayor socio comercial de Estados Unidos. En 2023 los dos países intercambiaron cerca de 800 mil millones de dólares en mercancías, la mayor suma entre dos naciones en cualquier lugar del mundo, de acuerdo con cifras de la agencia estadounidense Internacional Trade Administration.

     Texas, California y Arizona se llevan la mayor parte de ese intercambio. Pero el comercio binacional se está profundizando en el corazón industrial de Estados Unidos, particularmente en Illinois, Michigan y Wisconsin.

 

¿Lo de siempre?

Legalmente limitado a un solo mandato, el presidente López Obrador, de 70 años, respalda firmemente a Sheinbaum, su candidata. Ella, a su vez, promete profundizar su agenda nacionalista-populista, mejor conocida como Cuarta Transformación, o 4T, como la entrega de dinero en efectivo a diversos grupos poblacionales como adultos mayores, estudiantes, agricultores o niños con discapacidad, que busca reemplazar muchas políticas favorables al mercado de los sexenios anteriores, como la apertura del sector energético a los capitales privados que ocurrió entre 2013 y 2014. 

     Xótchitl Gálvez, también de 61 años, empresaria conservadora y exsenadora federal, lidera una triple alianza de partidos políticos centristas que dominaron la política hasta la elección de López Obrador en 2018.

     La candidatura de Gálvez tal vez le ha robado protagonismo a Sheinbaum en el quiebre de género como presidenciable. Pero las mujeres mexicanas han aumentado mucho su presencia en la política. Las reformas de hace una década exigen que la mitad de las candidatas a cargos locales, estatales y federales sean mujeres.

     Para muchos votantes, estas elecciones son un referéndum a favor de López Obrador. Su partido Morena, que fundó hace apenas una década, ahora tiene la mayoría del Congreso de la Unión, 23 de las sus 32 gubernaturas de México y una porción significativa de los cerca de dos mil 500 municipios en el país.

     Una lista de críticos teme que el presidente, ampliamente conocido por sus iniciales, AMLO, tenga la intención de gobernar tras bambalinas. En entrevistas con Puente, analistas y votantes dijeron que la elección podría decidir si el país persiste o no en su búsqueda de una democracia plena que comenzó hace 30 años.

     "No se trata tanto de dos mujeres, sino de un anciano testarudo", dijo Gerardo Contreras, un peluquero de 58 años de Ciudad de México. "La gente se olvida de lo lejos que hemos llegado solo para que nuestros líderes, particularmente López Obrador, nos hagan retroceder".

     El origen étnico de las dos principales candidatas no ha jugado un papel relevante en la campaña. Sheinbaum, cuyos antepasados huyeron del Holocausto, ha dicho que creció en un hogar secular de tendencia izquierdista. Gálvez ha dicho que creció en la pobreza, es hija de un padre indígena otomí y una madre mestiza, y se abrió camino por sí sola con su llegada a la universidad.

      Pero la coalición tripartita de Gálvez incluye a partidos políticos que alguna vez fueron prominentes y ahora están ampliamente desacreditados. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ocupó la presidencia durante 71 años, la mayor parte del siglo pasado, y su regreso a la presidencia en 2012 con Enrique Peña Nieto resultó desastrosa.

     El Partido Acción Nacional (PAN) de Gálvez, de derecha, que puso fin al control político federal del PRI en las elecciones de 2000, decepcionó en gran medida a los mexicanos en los 12 años que ocupó la presidencia. El más débil de los tres de esa alianza, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), llegó a ser el principal movimiento izquierdista del país hasta que López Obrador rompió con ese partido y atrajo a la mayoría de sus simpatizantes.

 

Votar bajo la lupa

Los votantes entrevistados por Puente dicen que la inseguridad sigue siendo una de sus principales preocupaciones. Pero no ven un final inmediato ni una solución viable. La violencia simplemente se ha convertido en parte de la vida cotidiana de los 130 millones de habitantes del país.

     La violencia criminal, que alguna vez fue alimentada por el tráfico de narcóticos a usuarios estadounidenses, ha aumentado drásticamente en las dos décadas transcurridas desde que los presidentes del PAN de Gálvez lanzaron una campaña militar contra los criminales y que el presidente Felipe Calderón llamó la guerra contra el narcotráfico.

     Cientos de miles han sido asesinados y muchos miles más han sido desaparecidos y, de algunos, se presume que han muerto. La extorsión, el robo de combustible, el contrabando de personas y otras actividades se han sumado a los narcóticos como fuentes de ingresos de los mafiosos.

     Aunque ha mantenido a los militares en la lucha, los asesinatos han promediado unos 30 mil al año bajo el sexenio de López Obrador, lo que convierte a su administración en la más sangrienta de este siglo. A pesar de eso, el presidente goza de una índice de aprobación de 70%, de acuerdo con la encuesta de Puente, lo que sugiere que se está librando, en gran medida, de la culpa por la violencia.

     López Obrador dejará el cargo el próximo 1 de octubre.

     La influencia de los cárteles en la política, especialmente a nivel municipal y estatal, se refleja en los asesinatos que han manchado las campañas de este año. Unas tres docenas de candidatos de todos los partidos han sido asesinados. Muchos más han abandonado sus aspiraciones carreras por miedo.

     "La violencia se ha convertido en algo normal para nosotros", dijo Alejandra Ornelas, de 28 años, una trabajadora de una fábrica en Mexicali entrevistada por teléfono. "Hoy en día nunca se sabe dónde se pueden encontrar cadáveres de camino al trabajo. Tal vez en la carretera, o al lado de un canal. Tiene que haber un castigo".

     Aun así, dijo Ornelas, Sheinbaum estaba obteniendo su voto.

     "Por el dinero que Morena da para ayudarnos", explica Ornelas, señalando con la cabeza las dádivas en efectivo y otros subsidios a los más necesitados de México, un baluarte de las políticas de López Obrador.

     En otras partes del lado mexicano en la frontera con Estados Unidos, algunos encuestados guardaron silencio cuando la conversación giró en torno a la amenaza criminal.

     "Responder a esa pregunta puede hacer que nos maten", explicó un votante en Reynosa, una ciudad con altos índices de violencia al otro lado del Río Bravo, frente a la ciudad de McAllen, en el sur de Texas.

 

Edición de Dudley Althaus

 


Fecha de publicación: 29/05/2024

Etiquetas: Elección encuestas México Xóchitl Gálvez Claudia Sheinbaum