El baile comercial de partes y componentes a lo largo de la región pone de manifiesto la profunda integración de la industria automotriz en América del Norte. Foto Nissan de México
El baile comercial de partes y componentes a lo largo de la región pone de manifiesto la profunda integración de la industria automotriz en América del Norte. Foto Nissan de México

16 de dic. (Puente News Collaborative) -- Si se implementan los aranceles anunciados por el presidente electo de Estados Unidos, Donald J. Trump sobre México y Canadá, éstos tendrán un impacto profundo, no solo en la región fronteriza sino bien adentro del territorio estadounidense.

     Toma el caso, por ejemplo, del modelo Tundra o del vehículo-utilitario deportivo Sequoia, ambos del fabricante Toyota. Los dos modelos se ensamblan en la planta de Toyota en San Antonio, Texas, pero dependen, en gran medida, de varios componentes clave procedentes de México, incluidos ejes, motores, transmisiones, trenes motrices y otras piezas clave producidas en las plantas de Toyota en Baja California y Guanajuato, en el norte y centro de México.

     O, para el caso, la camioneta Chevrolet Silverado, ensamblada en la planta de General Motors en Flint, Michigan, pero con componentes clave, como motores fabricados en las instalaciones de GM en Ramos Arizpe y Toluca, también en el norte y centro de México. Además, muchas de las piezas de los frenos de la Silverado son suministradas por fabricantes como Bosch y el grupo ZF, con sede en Alemania, que operan plantas en estados mexicanos como Nuevo León, Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas y Querétaro, así como otras en los estados de Texas, Arizona, Michigan, Wisconsin, Ohio e Indiana.

     La Silverado incorpora materiales canadienses, incluyendo acero y aluminio para su chasis y carrocería, y su tren motriz, que se importan de la fábrica de GM en Ontario.

     Esta integración transfronteriza ilustra por qué imponer un arancel de 25% a todas las importaciones de México o Canadá conllevaría un sobreprecio sustancial. Los aranceles no solo aumentarían los costos de producción de los vehículos, sino que probablemente también aumentarían los precios para los consumidores en Estados Unidos. Irónicamente, dañarían la misma economía que Trump pretenden proteger con sus aranceles.

     Si México y Canadá tomaran represalias, como tienen derecho a hacerlo bajo el T-MEC, o el acuerdo comercial que reemplazó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN, y que los tres países negociaron durante el primer mandato de Trump, las repercusiones para la industria automotriz de América del Norte podrían ser catastróficas. Las autopartes producidas en la región a menudo cruzan las fronteras cuatro o más veces antes de llegar a las plantas de ensamblaje en Estados Unidos, Canadá o México. Cada cruce fronterizo enfrentaría los aranceles propuestos por Trump o los aranceles que México y Canadá impondrían como represalia, algo que agravaría los costos y que probablemente generaría interrupciones en los procesos productivos.

     “El impacto de los aranceles sería como pegarse un tiro en el pie”, dijo Julio Chiu, expresidente de Borderplex Alliance, con sede en El Paso, y líder empresarial de Ciudad Juárez desde hace mucho tiempo. “Los aranceles te van a morder al final y van a ser inflacionarios, y si la gente dice: no, no lo son, no saben nada de economía".

     Además, muchas de las autopartes del modelo Tundra o Sequoia de Toyota son suministradas por fabricantes como Takumi y Nemak, que operan plantas en ciudades mexicanas como Aguascalientes y Monterrey.

     “Un arancel del 25% a Canadá y México, al mismo tiempo, simplemente matará a la economía de Estados Unidos”, dijo el secretario de Economía mexicano, Marcelo Ebrard, en una reciente entrevista en el programa de YouTube Los Periodistas, conducido por Álvaro Delgado y Alejandro Páez Valera.

     Este baile comercial de partes y componentes a lo largo de la región pone de manifiesto la profunda integración de la industria automotriz en América del Norte. También alimenta la confianza entre los funcionarios del gobierno mexicano y los líderes empresariales de que la amenaza de Trump puede superarse. El daño, dicen, no solo lo resentirían las compañías y los consumidores estadounidenses, sino también en misma administración que inició la guerra comercial.

     Además, los costos más altos harían que los automóviles fabricados en América del Norte no fueran competitivos, no solo dentro de la región, sino a nivel mundial, lo que probablemente provocaría desempleo e inflación en los tres países.

     “El objetivo del TLCAN y el T-MEC era formar un bloque comercial en América del Norte en el que integráramos nuestras economías para ser competitivos globalmente, como bloque comercial”, dijo Jerry Pacheco, presidente de Border Industrial Association en Santa Teresa, Nuevo México, al otro lado de la frontera estatal de El Paso.

     Los expertos en comercio argumentan que una vez que la administración entrante en Estados Unidos comprenda a cabalidad la complejidad y la profundidad de las cadenas de suministro automotrices regionales, podría reconsiderar su amenaza arancelaria. Las interconexiones se extienden más allá de los vehículos. También los motores, los sistemas de frenos, las ruedas, los tableros y otros componentes, involucran partes de los tres países.

     “Tal vez no han analizado completamente lo que representa México en la cadena de suministro, no sólo para la industria automotriz sino para muchas otras”, dijo Beatriz Leycegui Gardoqui, socia de la consultora de economía, legal y banca de inversión SAI Law & Economics. “Cuando Trump observe más de cerca cómo se integran las cadenas de producción, se dará cuenta de que imponer amplios aranceles al comercio no es tan simple como parece”.

     Actualmente, 87% de los componentes automotrices fabricados en México se exportan a Estados Unidos, mientras que la mitad de las autopartes importadas a México provienen de Estados Unidos, de acuerdo con la agencia estadounidense International Trade Administration, perteneciente al U.S. Commerce Department. Estos intrincados vínculos, forjados a lo largo de tres décadas de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, corren el riesgo de sufrir un grave desorden por los aranceles de Trump, lastimando toda la cadena de suministro que América del Norte ha desarrollado minuciosamente en ese tiempo.

     La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, quien asumió el cargo el 1 de julio, inicialmente señaló su voluntad de evitar una guerra comercial con Estados Unidos. El día después de que Trump anunciara su propuesta de aranceles en su red social Truth Social, Sheinbaum, cuyo mandato es por seis años, expresó su disposición a abordar sus preocupaciones sobre los migrantes y el narcotráfico, temas que citó como justificación para imponer los aranceles. Sin embargo, la presidenta dejó en claro que México tomaría represalias contra cualquier sanción a sus exportaciones.

     “Estoy convencida de que la fortaleza económica de América del Norte radica en preservar nuestra asociación comercial”, escribió Sheinbaum a Trump y sus asesores. “Este enfoque nos permite seguir siendo competitivos frente a otros bloques económicos. Creo que el diálogo es el mejor camino hacia el entendimiento mutuo, la paz y la prosperidad para nuestros países. Espero que nuestros equipos se reúnan pronto”.

     Días después, los dos líderes hablaron por teléfono y al parecer llegaron a un acuerdo para evitar la crisis comercial.

     No obstante, si Estados Unidos procede con los aranceles y México toma represalias, los impactos se extenderán mucho más allá del sector automotriz. México es un mercado clave para los granos y miles de productos manufacturados de su vecino del norte, los cuales también enfrentaría aranceles al ingresar a México. Esto perjudicaría a segmentos significativos de productores estadounidenses, muchos de los cuales son partidarios de Trump, lo que podría volverlos en su contra por poner en peligro sus negocios.

     México es el mayor socio comercial de Estados Unidos, con importaciones estadounidenses proyectadas de cerca 326 mil millones de dólares solo este año, mientras que el país exporta 489 mil millones de dólares para los consumidores estadounidenses.

     Los aranceles de Trump y los que impondría muy probablemente México podrían agregar cuando menos 203 mil millones de dólares en costos generales, una cantidad que probablemente será asumida por empresas y consumidores en ambos lados de la frontera. Muchos expertos advierten que estas amenazas podrían ser contraproducentes.

     “Imponer los aranceles con los que Trump amenaza a México y Canadá significa castigar a los consumidores estadounidenses, reducir la competitividad de Estados Unidos y aumentar la inflación”, escribió el exnegociador comercial mexicano Kenneth Smith Ramos en la plataforma de redes sociales X. “La apuesta de Trump es riesgosa para la economía de Estados Unidos, que depende en gran medida de los mercados canadienses y mexicanos para las exportaciones, así como de los insumos de México y Canadá para la producción industrial. Es una #ShotInTheFoot”.

     Curiosamente, los aranceles de Trump no tienen como objetivo abordar prácticas comerciales desleales de México o Canadá, lo cual podría ser válido. Sin embargo, Trump amenazó con implementarlos por el supuesto fracaso de los dos países para frenar el flujo de migrantes y narcóticos hacia su país.

     “¡Este arancel permanecerá en vigor hasta el momento en que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los extranjeros ilegales detengan esta invasión de nuestro país!”, escribió Trump en Truth Social, cuando lanzó su amenaza. “Tanto México como Canadá tienen el poder absoluto de resolver fácilmente este problema que se ha estado cocinando a fuego lento durante mucho tiempo. Por eso exigimos que hagan uso de este poder”.

     En su carta al presidente electo, Sheinbaum buscó asegurarle que México estaba abordando activamente estas preocupaciones. Destacó las medidas para controlar los migrantes que transita por territorio mexicano y enfatizó el compromiso de México para combatir el narcotráfico, en particular la epidemia de fentanilo en Estados Unidos.

     “México ha implementado una política integral para asistir a los migrantes que pasan por nuestro territorio hacia la frontera sur de Estados Unidos”, escribió. “Como resultado, las caravanas de migrantes ya no llegan a la frontera. Además, hemos expresado el pleno compromiso de México para combatir la epidemia de fentanilo en Estados Unidos”.

     En síntesis, las implicaciones de los aranceles propuestos por Trump van mucho más allá de los intercambios comerciales. Amenazan en concreto con deshacer décadas de integración regional, con aumentar los costos para las empresas y los consumidores y en dañar las economías de las tres naciones del bloque norteamericano.

     “Ningún país puede decir Hecho en Estados Unidos o Hecho en México”, dijo Chiu, cuyo negocio se especializa en la fabricación de dispositivos médicos ensamblados con componentes de Estados Unidos y México. “Todos armamos los bienes con partes de otros lados”.

 


Fecha de publicación: 18/12/2024

Etiquetas: Trump aranceles industria automotriz EUA Estados Unidos