El presidente estadounidense Donald Trump impuso hasta ahora aranceles de 145% a las importaciones procedentes de China. Foto de C-SPAN
El presidente estadounidense Donald Trump impuso hasta ahora aranceles de 145% a las importaciones procedentes de China. Foto de C-SPAN

15 de abr. (Axis negocios) -- Desde su regreso a la Casa Blanca como presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump se ha empeñado en cumplir su promesa de poner aranceles a naciones amigas y enemigas por igual y así como los impone, a los pocos días los retira o los suaviza, siempre en su lógica de negociar con ventaja ciertas concesiones en materia económica y de seguridad.

     Solo una nación no ha recibido el mismo trato: China, que lejos de negociar con Trump y de adoptar una postura conciliatoria como la de México y otros países para intentar eludir las tarifas que el mandatario estadounidense empezó a aplicarle desde principios de febrero, respondió con sus propios aranceles de represalia y, al hacerlo, abrió un nuevo capítulo en la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.

     Eso quiere decir que los países que representan más del 40% del producto interno bruto global están de nuevo confrontados como ya sucedió en el primer cuatrienio de Trump y tardó cerca de dos años en alcanzar un acuerdo.

     Ahora, mientras el resto del mundo recibió una prórroga de 90 días para negociar las cuotas recíprocas que Trump anunció a principios de este mes --periodo en el que solo pagará un impuesto base de 10%--, China enfrenta un arancel de 125%, adicional al 20% que se le aplicó entre febrero y marzo como represalia por no contener el tráfico de fentanilo hacia Norteamérica. El gigante asiático respondió en una magnitud similar, con tarifas de 125% para las importaciones provenientes de Estados Unidos.

     La pregunta que muchos se hacen es si el conflicto entre ambas naciones seguirá una trayectoria parecida a la que se observó en el primer periodo de Trump y si volverá a extenderse durante gran parte de su mandato de cuatro años. De momento los funcionarios estadounidenses dijeron confiar en alcanzar un acuerdo para suspender esta guerra arancelaria, pero sus homólogos chinos no han dado indicios de buscar negociar, al menos no públicamente, pese al impacto que esto representa para su propia economía.

     “Ahora creemos que las perspectivas para la economía y la moneda de China se han alejado de nuestro escenario base original y se han acercado a nuestro escenario a la baja de ‘guerra comercial prolongada’”, dijo Brendan McKenna, economista con Wells Fargo, en un reporte. “Las perspectivas de crecimiento de China han empeorado sustancialmente y es probable que las tensiones aumenten debido a las barreras no arancelarias al comercio”.

     Cuando ocupó la presidencia por primera vez, Trump impuso aranceles que golpearon a más de 250 mil millones de dólares en importaciones chinas de productos como paneles solares, maquinaria, equipo médico y aeroespacial a partir de 2018, mientras que Beijing aplicó cuotas retaliatorias para el vino, la carne de cerdo, los automóviles, la soja y los productos químicos, entre otros bienes de Estados Unidos valorados en más de 110 mil millones de dólares. A ello se sumaron vetos a empresas chinas como Huawei por acusaciones de espionaje.

     Las tarifas de ambos países llegaban entonces a 25 o 30%, es decir, no estaban ni cerca de los niveles observados ahora. Sin embargo, Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, finalmente alcanzaron un acuerdo de fase uno a principios de 2020, por el que China se comprometió a adquirir 200 mil millones de dólares adicionales en bienes y servicios estadounidenses en un periodo de dos años, además de eliminar barreras a las exportaciones agrícolas, respetar la propiedad intelectual y abrir su sector de servicios financieros.

     No obstante, muchos de los aranceles que entraron en vigor se mantuvieron incluso después de que Trump dejó el cargo, y una investigación posterior del Peterson Institute for International Economics encontró que el gigante asiático no compró prácticamente nada del monto adicional que prometió a Estados Unidos, en parte por los efectos de la pandemia de covid-19 y la recesión global que ocasionó.

     La situación podría no ser tan diferente ahora, puesto que, aunque parece muy difícil sostener los niveles arancelarios actuales y podría haber un acuerdo para reducirlos, Trump tiene motivaciones para continuar con la guerra de tarifas porque así puede aislar a la nación asiática mientras reconfigura el sistema comercial global, coincidieron especialistas.

     “Creo que la estructura del comercio como la conocemos hoy va a cambiar, entonces, vamos a aprender a vivir en un mundo donde estos dos países trasladen buena parte de sus relaciones comerciales a otras latitudes y realmente no haya una resolución como tal” del conflicto, dijo Jonathan Zuloaga, economista en jefe de Columbus Asesores Patrimoniales, en entrevista. “Incluso siempre está el riesgo de que estas diferencias escalen hacia otros temas”.

     También está por verse qué pasará con sectores como el de tecnología y semiconductores, en los cuales Trump concedió algunas pausas arancelarias porque las empresas estadounidenses no están listas para reducir su exposición a China.

     Así, mientras Xi Jinping realiza una gira por el sudeste asiático esta semana para posicionar a su país como un defensor del libre comercio y fortalecer la cooperación con socios como Vietnam, Malasia y Camboya, la administración Trump busca acuerdos por separado con cada una de las naciones a las que les impuso tarifas recíprocas, al tiempo que otorgó exenciones arancelarias para los productos de México y Canadá que cumplan con las reglas de origen del tratado comercial de Norteamérica (T-MEC), un acuerdo cuya revisión está prevista para 2026.

     México es uno de los países que más beneficios indirectos puede obtener de este nuevo episodio de la guerra comercial, ya que le permitiría consolidarse como el mayor socio de Estados Unidos y reavivar el entusiasmo por la relocalización de empresas o nearshoring, un fenómeno que despegó en el primer mandato de Trump por sus políticas contra China y por las disrupciones en las cadenas de suministro que provocó la pandemia, aunque en los últimos meses perdió impulso por la incertidumbre relacionada con los aranceles a las exportaciones mexicanas y con cambios legislativos locales.

     “Si podemos renegociar el tratado de libre comercio a lo que seguramente va a estar buscando Estados Unidos en un plazo corto, sí se pueden reabrir las posibilidades” para el nearshoring, dijo Víctor Herrera, presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, en conferencia de prensa. “Se tiene que resolver el tema de los aranceles [a México], pero sí existe la posibilidad de que esto se reactive en algún momento”.

     Otros advierten que en el conflicto comercial entre las dos potencias realmente no habría ganadores, pues conduciría a un escenario de menor crecimiento económico que se contagiaría a otras partes del mundo.

     “A pesar de que México pueda tener este beneficio en términos relativos, en términos absolutos sí tenemos un efecto negativo, que vamos a resentir muy seguramente desde el punto de vista económico”, dijo Alik García, subdirector de Análisis Bursátil de Valores Mexicanos o Valmex. “Ya se están previendo escenarios de recesión en los próximos meses”.

     El experto agregó que los mercados financieros podrían experimentar nuevos episodios de volatilidad en el corto plazo, tal como ocurrió en las últimas semanas por los anuncios sobre la guerra comercial, pero a largo plazo es previsible un regreso por el descuento en las valuaciones de algunos índices, entre ellos el tecnológico Nasdaq Composite.

 

 


Fecha de publicación: 15/04/2025

Etiquetas: aranceles Trump EUA China guerra comercial exportaciones comercio economía Jinping nearshoring