La presidenta Claudia Sheinbaum saluda a sus simpatizantes en el Zócalo de la Ciudad de México, donde pronunció un discurso sobre su gobierno, la situación del país y las negociaciones con el presidente de EE.UU., Donald Trump, el domingo 9 de marzo de 2025. Foto cortesía de la Presidencia de la República.
La presidenta Claudia Sheinbaum saluda a sus simpatizantes en el Zócalo de la Ciudad de México, donde pronunció un discurso sobre su gobierno, la situación del país y las negociaciones con el presidente de EE.UU., Donald Trump, el domingo 9 de marzo de 2025. Foto cortesía de la Presidencia de la República.

12 de mar. (Puente News Collaborative) -- La presidenta Claudia Sheinbaum celebró el domingo con un multitudinario evento en el Zócalo, la plaza pública más grande del país, en el corazón de la Ciudad de México, tras lograr un segundo aplazamiento --al menos por un mes más-- de los aranceles punitivos de Estados Unidos sobre todas las exportaciones mexicanas.

     La concentración de decenas de miles de simpatizantes, que inicialmente estaba planeada como un foro para informar a los mexicanos sobre las represalias que su gobierno tenía previstas en respuesta al gravamen del 25 % impuesto unilateralmente por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se transformó rápidamente en una celebración en honor a la primera mujer en liderar México y su aparente victoria diplomática.

     Trump acordó a finales de la semana pasada posponer nuevamente los aranceles. Más aún, Sheinbaum afirmó que logró un acuerdo que garantizará que cualquier nuevo gravamen sobre las exportaciones mexicanas a Estados Unidos sea parte de un pacto recíproco más amplio, que entrará en vigor en abril.

     "¡Somos optimistas!", declaró Sheinbaum ante la multitud eufórica. "Porque ese día, el 2 de abril, el gobierno de Estados Unidos ha anunciado que impondrá aranceles recíprocos a todos los países del mundo. . . y como nosotros no tenemos aranceles con ellos, ni ellos con nosotros. . . esos aranceles recíprocos no nos afectarán".

    

    

     A pesar de la celebración, la batalla está lejos de terminar. La posibilidad de un enfrentamiento con Estados Unidos sigue latente, especialmente después de que Trump designara a mediados de febrero a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esta decisión ha avivado las especulaciones sobre una posible acción militar estadounidense contra ellos en territorio mexicano.

     Al vincular las exportaciones de México --el 80% de las cuales tienen como destino compradores en Estados Unidos-- con la lucha contra el crimen organizado, Trump ha puesto en jaque la mayor vulnerabilidad del país, advierten expertos y líderes empresariales de ambos lados de la frontera.

     Esta designación amenaza la cooperación futura entre ambos países y podría generar un sentimiento de antagonismo contra Estados Unidos en México si Washington toma medidas drásticas contra la segunda economía más grande de América Latina, señalaron algunos analistas. La incertidumbre mantiene en vilo tanto a ciudadanos como a empresarios.

     "Lanzar una amenaza nacional es como soltar una bomba que puede estallar en cualquier momento", dijo Pablo Mijangos González, historiador especializado en política, religión y derecho en América Latina en la Universidad Metodista del Sur en Dallas. "¿Qué significa esto?… Que el gobierno mexicano seguirá siendo vulnerable, permanentemente expuesto a las amenazas de extorsión de Trump. Lo que Trump hizo fue buscar un punto débil, y lo encontró".

     A medida que se acerca el 2 de abril, muchas empresas a lo largo de la frontera están en un estado de frenesí, preparándose para lo desconocido. La cambiante política arancelaria de Trump ha generado, por decir lo menos, un efecto paralizante.

     Algunas compañías han optado por frenar nuevas inversiones, mientras que otras están acumulando insumos a toda velocidad. Los almacenes se llenan con la mayor cantidad posible de productos no perecederos, desde autopartes y componentes electrónicos hasta tequila y mezcal. En la carrera contra el tiempo, las largas filas de camiones en los cruces fronterizos han generado severos cuellos de botella en el tráfico.

     "Muchas de estas empresas están tratando de ingresar productos antes de que se les impongan aranceles", explicó Jerry Pacheco, presidente de la Asociación Industrial Fronteriza en Santa Teresa, Nuevo México, cerca de El Paso, Texas.

     "Es increíblemente disruptivo para la producción", añadió sobre el caos. "Las empresas buscan estabilidad. No necesitan este tipo de incertidumbre".

     Las amenazas arancelarias de Trump llegan en el peor momento posible para la economía mexicana. Cuando Sheinbaum asumió el cargo en octubre pasado, lo último que necesitaba era un enfrentamiento comercial con el mayor socio comercial que tiene México.

     Este conflicto, sin duda, dificultará su capacidad para cumplir sus objetivos a largo plazo y consolidar su legado como la primera mujer en ocupar la presidencia de México. Ahora debe demostrar que puede resistir y tener éxito bajo una presión externa e interna implacable.

     Después de cierto auge económico en la primera mitad del año pasado --impulsado por el gasto público en grandes y cuestionados proyectos de infraestructura, así como por el gasto masivo en la campaña presidencial de Sheinbaum-- el crecimiento se ha estancado.

     El Producto Interno Bruto (PIB) del país se contrajo un 0.6 % en el otoño pasado, marcando su primera caída en tres años, desde el desplome económico provocado por la pandemia de covid-19 en 2020, que paralizó gran parte de la actividad económica durante casi tres meses.

     El impacto es evidente: en el último trimestre de 2024, México recibió apenas 676 millones de dólares en inversión extranjera directa, la menor cifra para un periodo de tres meses desde 1985.

     Este dato ha encendido las alarmas entre los economistas, quienes lo ven como la señal más clara hasta ahora de que la posibilidad de una segunda presidencia de Trump está espantando a los inversionistas. Algunas fábricas estadounidenses en la frontera ya han cerrado o han adoptado una postura de esperar y ver.

     Si bien Sheinbaum ha logrado desactivar varias de las bombas políticas que Trump ha lanzado contra su gobierno, el verdadero desafío es que probablemente tendrá que lidiar con este entorno hostil durante al menos los próximos cuatro años.

     Sheinbaum ha trazado una línea clara: no aceptará ningún ataque militar unilateral de Estados Unidos en territorio mexicano. Sin embargo, ha insistido en su disposición a cooperar con Washington para frenar el narcotráfico, distanciándose de la estrategia de "abrazos, no balas" de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador.

     Entre 2018 y 2024, López Obrador se enfocó en combatir lo que llamó las causas estructurales del crimen, evitando en gran medida confrontaciones directas con el crimen organizado. Para muchos expertos de seguridad esto permitió que más estados cayeran bajo el control de los cárteles.

     A principios de febrero, las negociaciones para evitar los aranceles parecían avanzar sin problemas, hasta que dejaron de hacerlo. El colapso ocurrió a pesar de que Sheinbaum entregó a 29 líderes de cárteles a las autoridades estadounidenses, incluidos miembros del grupo paramilitar Los Zetas, que sembró terror en ciudades a lo largo de la frontera con Texas, y Rafael Caro Quintero, el narcotraficante acusado de ordenar el secuestro, tortura y asesinato en 1985 del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena.

     Aun así, la dinámica inesperada entre Sheinbaum y Trump ciertamente tiene potencial para jugar a su favor en ciertos momentos. La presión de Trump podría brindarle la oportunidad de tomar medidas más contundentes contra algunas de las organizaciones criminales más violentas del país, que controlan vastos territorios y, en algunos casos, mantienen vínculos con funcionarios gubernamentales de alto nivel.

     Sheinbaum tiene una oportunidad clave, dicen los analistas, pero debe actuar con cautela. Muchos expertos en seguridad advierten que algunos altos funcionarios y miembros de su propio partido podrían responder a los intereses de los cárteles, lo que hace que esta sea una batalla cuesta arriba.

     "Necesita limpiar la casa", afirmó Pablo Mijangos González, historiador especializado en política, religión y derecho en América Latina en la Universidad Metodista del Sur, en Dallas. "Debe deshacerse de figuras extremadamente tóxicas, empezando por algunos miembros de su propia coalición política".

     En otros frentes, las constantes amenazas de Trump podrían convertirse en una distracción importante, desviando la atención de Sheinbaum de las prioridades internas en las que esperaba enfocarse, particularmente en resolver la crisis fiscal heredada de López Obrador.

     La presidenta mexicana sabe que Trump puede cambiar de postura en cualquier momento, lo que hace de este último indulto una victoria temporal más que una solución definitiva. También entiende que la batalla está lejos de terminar. La imprevisibilidad del presidente estadounidense sigue siendo una amenaza constante, una lección que Sheinbaum ha aprendido de primera mano. Quizá por ello insiste en mantener la calma y la estabilidad en la relación bilateral.

     Lejos de avivar sentimientos nacionalistas, Sheinbaum recordó a sus seguidores el domingo que Estados Unidos --que se anexó la mitad del territorio mexicano tras la invasión de 1846 y el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848-- también ha brindado apoyo en momentos clave de la historia.

     "Quiero destacar los ejemplos de respeto a nuestra soberanía por parte de Estados Unidos", dijo a la multitud antes de enumerar varios episodios en los que Washington respaldó a México.

     En 1861, el entonces presidente Benito Juárez recibió ayuda de su homólogo estadounidense, Abraham Lincoln, en la lucha contra la invasión francesa. "Estados Unidos nunca reconoció el Segundo Imperio Mexicano", recordó Sheinbaum, en referencia al gobierno impuesto por Napoleón III y encabezado por Maximiliano de Habsburgo.

     Sin embargo, la amenaza que Trump blande sobre México es aún más grave de lo que parece a simple vista. No solo por la presión en sí misma, sino porque ha demostrado repetidamente desprecio por los acuerdos internacionales, incluso aquellos firmados bajo su propio mandato.

     El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), renegociado durante su primera presidencia, es un claro ejemplo.

     "A esta administración no le importan las sutilezas de los tratados ni las reglas que los rigen", dijo Shannon O’Neil, investigadora principal de estudios latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores y autora de El mito de la globalización: por qué importan las regiones.

    


Fecha de publicación: 12/03/2025

Etiquetas: Claudia Sheinbaum Donald Trump aranceles México